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La conducción autónoma, ¿una realidad inminente?

Adolfo Lerín
8 Mar 2023
capgemini-engineering

Remotis, un proyecto de Capgemini, que tiene como objetivo desarrollar un vehículo con inteligencia distribuida a través de edge computing, que sea capaz de realizar funciones de conducción autónoma calculadas, parcial o totalmente, en el edge, aprovechando las prestaciones de sistemas 5G y la versatilidad ofrecida por las arquitecturas de Mobile Edge Computing, con el propósito de obtener una capacidad computacional aumentada a la vez que se garantiza una latencia mínima

En los últimos años se ha hablado mucho de si los coches sin conductor son el futuro; si esto es así sólo el tiempo lo dirá. Lo que sí es un hecho es que la conducción autónoma está en una fase muy avanzada, hasta el punto de que, en la actualidad, ya es posible ver vehículos de conducción parcialmente autónoma. Sensores, nuevos sistemas satelitales y GNSS de alta precisión, cámaras integradas, radar y lidar ( Light Detection and Ranging). Estos son algunos de los elementos que impulsan una nueva generación de los vehículos autopilotados.

Desde hace varios años, la industria automovilística internacional está decidida a apostar por la conducción autónoma. Así, muchas empresas ya están trabajando en el diseño de vehículos con cierto nivel de autonomía. Para ello, se apoyan en soluciones tecnológicas de vanguardia con el objetivo de experimentar con conceptos muy disruptivos de conducción autónoma, Inteligencia Artificial, así como de tecnologías de percepción.

Es el caso de Remotis, un proyecto de Capgemini, que tiene como objetivo desarrollar un vehículo con inteligencia distribuida a través de edge computing, que sea capaz de realizar funciones de conducción autónoma calculadas, parcial o totalmente, en el edge, aprovechando las prestaciones de sistemas 5G y la versatilidad ofrecida por las arquitecturas de Mobile Edge Computing, con el propósito de obtener una capacidad computacional aumentada a la vez que se garantiza una latencia mínima. Remotis muestra su potencial como demostrador de tecnología que integra conectividad y abre una puerta de acceso a toda la red del vehículo a través de una conexión 5G. No hay nada semejante en el mercado; por eso, Remotis está considerado un proyecto único y pionero. Como recoge el informe TechnoVision 2023 “Right the Technology, Write the Future”, elaborado por Capgemini, no hay duda de que estas tecnologías básicas en el edge -ya sea 5G, IoT o IA integrada- están ampliando los límites de la infraestructura central de TI cada vez más, acercándose al mundo “real” de las operaciones empresariales.

Los requisitos para un vehículo autónomo son complejos y amplios, de forma que para lanzar este tipo de vehículos al mercado se requiere de una fase previa de I+D robusta y transversal, en la que se dota a la plataforma -el propio prototipo de vehículo- de la electrónica e inteligencia necesaria para percibir el entorno de una manera robusta; identificar qué elementos son vulnerables; y, en definitiva, humanizar el concepto de vehículo en un entorno de movilidad moderna, dentro de una urbe y bajo las condiciones e idiosincrasia que rigen la sociedad tal y como está diseñada hoy en día.

Remotis y todo lo que lo rodea es un entorno muy controlado donde actores industriales  pueden experimentar, probar nuevos sensores y evaluar conceptos de conectividad, además de permitir que esos datos que adquiere el vehículo se puedan sacar fuera y compartir con otras infraestructuras y otros vehículos creando entornos y servicios de movilidad colaborativa y cooperativa; o incluso crear otro tipo de vehículos, que posibilitan un concepto de movilidad digitalizada, a la vez que se democratiza el acceso a la tecnología. El gran éxito de Remotis es conseguir trabajar con un vehículo seguro y accesible, con gran potencial pero sin la complejidad de los vehículos de otros fabricantes como puede ser Tesla.

Indudablemente, el mercado automovilístico también está evolucionando hacia la sostenibilidad; al fin y al cabo, los coches son uno de los mayores generadores de gases contaminantes. Conscientes, las compañías llevan años implementando mejoras encaminadas a ofrecer coches limpios y prácticamente todas ellas ya tienen asumida la transición.

Algunos expertos señalan a los vehículos conectados y los conceptos de movilidad compartida que se articulan en torno a estos, como posible solución a la contaminación automovilística, además de los eléctricos -aunque con menor garantía debido a la imposibilidad de fabricar baterías para tantos coches como los que circulan actualmente por las carreteras de todo el mundo-.

En el mejor de los casos, un vehículo autónomo con computación distribuida Edge-Cloud podría reducir hasta un 20% el número de elementos electrónicos que se aplican en estos vehículos, tanto a nivel de arquitectura como de red. Aun así, hay que ser muy prudentes y no crear falsas expectativas, ya que la computación distribuida en vehículos presenta estrictos requisitos en términos de robustez, seguridad y fiabilidad. Se ha demostrado que, para estos vehículos, el hecho de disponer de conectividad actúa como una herramienta habilitadora para los conceptos de movilidad autónoma adaptada a los requisitos socio-económicos actuales.

Por esta razón, el disponer de una interfaz de alta capacidad, que permita transmitir datos mediante tecnologías celulares, supone un claro valor añadido; no sólo en términos de potencial inmediato sino en lo relativo a la definición de arquitecturas que presentan una clara escalabilidad, de cara a la inclusión de sistemas futuros como 6G. A través de estas tecnologías habilitadoras, diferentes servicios pueden ser externalizados, garantizando el hecho de poder extrapolar y enviar en tiempo real datos fuera del vehículo a alta velocidad, y haciendo posible delegar parte de la toma de decisiones en la infraestructura.

Si bien existen ciertas limitaciones a la hora de trasladar datos fuera del propio vehículo, sobre todo por temas de seguridad, fiabilidad y robustez en escenarios de corte de comunicaciones o suplantación -por ejemplo, si la navegación se hace desde fuera del vehículo y la conexión se interrumpe, fácilmente podría producirse un accidente-, siempre deberá existir cierta redundancia que detecte este tipo de incidencias y actúe de forma segura.

Por otro lado, se puede afirmar que la conducción autónoma, basada en computación distribuida y remota colaborativa, puede contribuir a una optimización de costes energéticos y de recursos materiales, ya que concentrar los recursos en la infraestructura garantiza una mejor escalabilidad en términos de usuarios y servicios, hecho que indudablemente repercute sobre la optimización de recursos a gran escala.

Del mismo modo que no puede entenderse el vehículo autónomo sin ser conectado bajo la perspectiva de la sociedad actual, el vehículo debe ser eléctrico. De esta forma, se puede analizar el concepto de Remotis mediante otros indicadores: los de sostenibilidad. Esto se debe a que este tipo de conceptos, muy orientados a la movilidad urbana, presentan arquitecturas totalmente optimizadas a nivel de sistema de baterías y pensados para las ciudades de la próxima década. Desde este prisma, el concepto de vehículo compartido en entornos flexibles y dinámicos, se vuelve protagonista en el acompañamiento de los nuevos requisitos sociales en torno a la movilidad. Bajo este paraguas tecnológico, la necesidad de tener vehículo en propiedad se diluye, haciendo posible migrar a un modelo de movilidad como servicio, conocido como MAAS (el usuario necesita un coche y éste le llega directamente a la puerta, adaptando los requisitos del mismo a las necesidades del usuario).

En al ámbito industrial, la movilidad autónoma también tienen su aplicación. Prueba de ello son los AGVs (vehículos terrestres) que se utilizan en las plantas industriales. Después de todo, estos vehículos autónomos no pilotados no dejan de ser sistemas robotizados. Evidentemente, la tecnología de percepción, la conectividad y todas esas tecnologías complementarias que viabilizan el concepto final de autonomía, se pueden extrapolar a otros sectores. Así está ocurriendo con la logística automatizada, cuya implementación está siendo cada vez más frecuente, gracias a los robots de reparto o robots logísticos.

La batalla por conseguir el vehículo autónomo más competitivo por parte de las compañías tecnológicas y las pertenecientes al sector automovilístico sigue su curso. En el horizonte, un objetivo ilusionante: convertir al pasajero en mero espectador de la conducción dentro de un vehículo seguro, inteligente y organizado.

Autor

Adolfo Lerín

Senior R&D Project leader